Discurso de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, en la recepción con motivo del Día de la Constitución, que ha tenido lugar en la Real Casa de Correos de la Comunidad de Madrid

Discurso de la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, en la recepción con motivo del Día de la Constitución, que ha tenido lugar en la Real Casa de Correos de la Comunidad de Madrid

04/12/2012

• Conmemoramos el 34 aniversario de la Constitución probablemente en el momento más crítico de su historia, cuando se está poniendo en cuestión una de sus principales señas de identidad, como es la organización territorial de España.

• Se pone en peligro, así, el modelo de Estado nacido en 1978 del consenso entre las distintas fuerzas políticas y de la firme voluntad del pueblo español de fundamentar su convivencia sobre valores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo político, vertebrando su diversidad territorial en torno al sistema autonómico.

• La respuesta para hacer frente a los proyectos de carácter rupturista que irresponsablemente pretenden acabar con este modelo, no puede ser, de ningún modo, menos Constitución, sino más Constitución. Porque la totalidad de sus valores, principios y objetivos siguen teniendo plena vigencia, varias décadas después. Y, por encima de todos ellos, el carácter de la Constitución Española como la más fiel representación del espíritu de un pueblo y de una nación, y el compromiso de seguir siéndolo en el futuro.

• El texto constitucional aborda y da solución, a las principales cuestiones que históricamente habían sido causa de problemas de cohesión y de convivencia en nuestro país, especialmente en el ámbito territorial, fortaleciéndonos como lo que somos: una gran nación.

• Así, a lo largo de más de tres décadas, la Constitución ha sido un elemento esencial para facilitar la convivencia en libertad y vertebrar los territorios, y debe seguir siéndolo en el presente y en el futuro al margen de cualquier otra circunstancia a la que España tenga que hacer frente.

• Hoy vivimos, sin duda, tiempos difíciles. Probablemente los más difíciles en muchas décadas. Afrontar esta compleja situación en lo económico y en lo social, está requiriendo de grandes sacrificios para todos, como consecuencia de las medidas, dolorosas en muchos casos, que, en un ineludible ejercicio de responsabilidad, ha sido necesario adoptar para hacer frente a una crisis sin precedentes en nuestro país.

• Pero no basta con estas medidas. Se requiere además, como presupuesto básico, la necesaria estabilidad política y territorial que, hoy más que nunca, se configura como uno de los principales valores aportados por la Constitución Española, y que se sitúa como una “imagen de marca” esencial para mantener o, en su caso, devolver, la confianza en España, y en su potencial para la recuperación económica.

• Resulta imprescindible, por ello, que 34 años después, tengamos muy presentes dos aspectos esenciales de la Constitución Española, que adquieren hoy mayor firmeza que nunca.

• En primer lugar, que se establece inequívocamente en su articulado que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles.

• El modelo de Estado que diseñó la Constitución en 1978, vino a dar respuesta al deseo de una mayor autonomía territorial, sin contemplar en modo alguno la posibilidad de aventuras soberanistas que conllevan la ruptura de la unidad nacional.

• Este modelo de Estado requerirá, sin duda, la adopción de medidas para adelgazar su estructura, racionalizar su organización, y evitar duplicidades entre las administraciones General del Estado, Autonómica y Municipal, adaptando medios y fines a un contexto de grave crisis económica. Pero en ningún caso puede ni debe contemplar la desmembración unilateral de lo que históricamente ha sido y es España, que conllevaría una pérdida de su identidad como nación.

• Supone, en este sentido, un gravísimo error y una manifiesta irresponsabilidad política, plantear un cambio de modelo de carácter rupturista. Un modelo que vulnera abiertamente la Constitución, tanto si se pretende ir hacia un proceso independentista en un territorio concreto, como hacia un modelo federal con carácter genérico, cuyas bondades respecto al modelo autonómico son más que discutibles.

• El segundo aspecto de la Constitución que debemos tener más presente que nunca, es que supone la mayor garantía de los derechos fundamentales y libertades públicas de todos los españoles, siempre necesarios, pero más aún en este periodo de dificultades.

• No están muy lejanos los tiempos en los que los ciudadanos se veían obligados a reivindicar que tales derechos fueran reconocidos en el marco de un sistema democrático, y el resultado de ese proceso es un marco jurídico-constitucional que garantiza el Estado de Derecho como fundamento de la convivencia pacífica de los españoles.

• La Constitución, hoy, se configura como la principal salvaguardia de derechos esenciales en un sistema democrático, entre los que destaca el derecho a la libertad y a la seguridad.

• Porque no hay libertad sin seguridad. Son dos caras de la misma moneda. Sin seguridad jurídica y sin seguridad ciudadana no se puede vivir en libertad ni se puede ejercer de forma real, efectiva y con plenitud, el resto de los derechos que consagra la Constitución. Derechos, todos ellos, que, ejercidos con responsabiliad, permiten avanzar hacia una sociedad más madura y consolidar nuestra democracia.

• Si olvidamos el papel esencial que juega la Constitución en la salvaguardia de los derechos fundamentales y libertades públicas, y en el mantenimiento de la unidad de España y la vertebración territorial del Estado, aspectos ambos a los que acabo de referirme, no sólo contribuiremos a poner en riesgo la salida de la crisis económica, plagada ya de dificultades, sino que nos adentraremos en una crisis institucional de dimensiones sin precedentes, que supondrá un obstáculo aún mayor para nuestra recuperación.

• Porque la salida de la crisis requiere simultáneamente de:

• Sólida unidad en el ámbito territorial,

• Amplio consenso en el político,

• Firme decisión en el económico, y

• Compromiso de solidaridad en el social.

• Se trata de requisitos que ya estuvieron presentes en el momento en el que se elaboró la vigente Constitución, que impregnan su articulado y que, además, sirvieron de motor para salir de crisis económicas anteriores.

• Hoy, más que nunca, debemos ser conscientes de que la Constitución y el modelo político, social y territorial que diseña, son factores de estabilidad, y la estabilidad es un potente factor de competitividad y de dinamización económica.

• Porque este modelo y la Constitución de la que nace no es el problema que pretenden plantear algunos, sino la base para la solución a los problemas de todos.

• En unos momentos de crisis, tan difíciles como los que estamos viviendo, España debe ser capaz de mostrarse ante un mundo cada vez más global, como un país cohesionado y coherente, que suma esfuerzos y responde colectivamente a los retos que tenemos planteados.

• Unos retos que serán más fáciles de superar si todos respetamos la Constitución y el marco jurídico y territorial que, hace ya más de 30 años, la voluntad del pueblo español, y sus representantes políticos, consideraron el más idóneo para garantizar nuestra convivencia, también, y especialmente, en los momentos de crisis.

• Debemos, en este sentido, tener muy presente, y tratar de recuperar, el espíritu de la transición y su voluntad de afrontar con realismo los problemas de España, que contribuyeron decididamente a superar graves crisis políticas y económicas.

• De acuerdo con este criterio, como delegada del Gobierno en Madrid, me comprometo:

• A seguir trabajando para garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas consagradas en la Constitución, y

• A potenciar todas las vías de diálogo y colaboración institucional para impulsar la recuperación económica de nuestra Comunidad. Porque sólo el esfuerzo colectivo, en torno a los principios constitucionales, nos permitirá retomar el camino del progreso económico y del reequilibrio social, que tanto necesitan España y los españoles.

• Muchas gracias.

 

Madrid, 4 de diciembre de 2012