Discurso de la Delegada de Gobierno en Madrid con motivo del acto de homenaje a la Constitución

Discurso de la Delegada de Gobierno en Madrid con motivo del acto de homenaje a la Constitución

05/12/2017

Buenos días a todos. Les doy la más cordial bienvenida y les agradezco su presencia en este acto.

Un año más –y arropados por esta gran bandera que representa la unidad de España– nos hemos reunido para celebrar el aniversario de la Constitución del 78. El texto político más importante que los españoles nos hemos dado en democracia.

Sin embargo éste no es un aniversario más.

No puede serlo, porque los acontecimientos que están sucediendo en Cataluña hacen que las circunstancias sean radicalmente distintas.

En los últimos meses, hemos asistido a una agresión permanente y deliberada a las leyes, a las instituciones y al orden político y económico de España por parte de un grupo de dirigentes separatistas.

Con sus acciones y decisiones han pisoteado los derechos de las minorías y han roto las reglas que regulan nuestra convivencia.

Unas reglas que, a lo largo de casi 4 décadas, nos han dado un marco de estabilidad que ha favorecido nuestro periodo más largo de  democracia y bienestar.

Y aunque algunos traten de convencernos de lo contrario, esas reglas también han garantizado que, en España, cualquier persona pueda defender sus ideas. Siempre y cuando lo haga dentro del respeto a la ley.

Esta exigencia no es un capricho. Es una obligación ineludible, porque es precisamente en el cumplimiento de la ley donde reside nuestra fortaleza democrática.

Decía Cicerón que “Somos siervos de la ley para poder ser libres”.

Y yo me permito añadir que esa sujeción a la ley es también la que nos permite convivir a pesar de nuestras diferencias.

En una sociedad plural como la nuestra es inevitable que surjan conflictos. Y cuando  esto ocurre, es la ley la que nos iguala a todos de forma impersonal. Sin privilegios.

Es lógico, por tanto, que todas las sociedades se aseguren de tener mecanismos para defenderse del incumplimiento de las leyes mayoritariamente aceptadas.

España los tiene. Y los ha utilizado, legítimamente, frente a quienes creyéndose diferentes –quizá superiores–, han actuado como si estuvieran por encima de la ley.

Nos jugábamos mucho. Porque la crisis separatista nos ha demostrado que fuera de la ley

  • no se garantizan los derechos y libertades de todos los ciudadanos,
  • se deteriora la convivencia
  • se resiente la economía
  • y se debilita la democracia

Era, pues, urgente y necesario recuperar la normalidad y devolver la confianza y la tranquilidad a muchos ciudadanos cuya voz había quedado silenciada.

En esta tarea han tenido un papel fundamental las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Y por eso, hoy quiero aprovechar esta celebración para expresar mi más sincero  agradecimiento a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por la magnífica labor que están realizando en defensa del orden constitucional.

 

Queridos amigos,

Lo que ha ocurrido en estos meses ha puesto de manifiesto varias cosas.

En primer lugar, que los separatistas catalanes son unos políticos aventureros que, para conseguir sus objetivos, han manipulado las leyes, han ignorado la historia y han despreciado a una parte muy importante de sus propios vecinos.

El balance de su intento rupturista es un enorme daño económico y social no solo a Cataluña, sino también a España.

Lo hemos visto en las últimas semanas en la fuga de empresas, la paralización de inversiones, la caída del consumo y la huida de turistas.

Los empresarios, los inversores, los turistas y los consumidores han penalizado las tensiones, la incertidumbre y la inflexibilidad del delirio separatista. Y han buscado refugio en otros lugares como Madrid.

Así, mientras en Cataluña el crecimiento se  ha detenido y empleo empieza a resentirse, en Madrid la economía crece a buen ritmo. Crece el empleo, crecen las inversiones, crecen los proyectos empresariales, crece el consumo y crece el turismo.

El carácter abierto y acogedor de nuestra comunidad y su vocación cosmopolita resultan, sin duda, mucho más atractivos que la estrechez de miras del nacionalismo.

En segundo lugar, ha quedado demostrado que nuestro Estado de derecho es fuerte y tiene los recursos necesarios para defenderse ante quienes le atacan.

 

Y en tercer lugar –y quizá esto es lo más importante, por lo que representa de cara al futuro– hemos comprobado que una gran mayoría de los españoles queremos mantener vivo el proyecto común que iniciamos en 1978.

 

Esa mayoría que se ha rebelado contra quienes han intentado destruir ese deseo.

 

Y ha salido a la calle, con sus banderas, para decir alto y claro que los principios de unidad, libertad, igualdad, solidaridad y pluralismo político, consagrados en la Constitución, siguen teniendo plena validez como instrumentos inspiradores de nuestra convivencia y nuestro crecimiento.

 

Señoras y señores,

Éstas son las razones por las que al principio afirmé que éste no es un aniversario cualquiera.

Habitualmente aprovechamos esta fecha para manifestar nuestro respeto a la Constitución, alabar todo lo que hemos conseguido bajo su guía y defender su vigencia.

Pero esta vez, además, podemos afirmar sin lugar a dudas que en la Constitución encontramos respuestas incluso para los más graves ataques que se pueden dirigir contra ella.

Y así, quienes se han atrevido a poner a prueba la fortaleza del orden constitucional han fracasado en su propósito.

Por eso, y aunque sé que en política es aventurado hacer pronósticos, quiero recordar hoy aquí unas palabras que escribió hace algunos años Antonio Fontán presidente del Senado cuando se aprobó la Constitución:

“En medio del ruido que envuelve nuestra vida pública, uno se inclina a afirmar, sin miedo a errar, que España no se va a romper”.

Yo también lo creo así.

 

Ha quedado demostrado que la voluntad de millones de españoles es permanecer juntos y seguir construyendo esta gran nación que es España.

Las elecciones del próximo día 21 son una oportunidad para reafirmar esa voluntad.

 

Son, también, una oportunidad para volver a la normalidad institucional, cerrar heridas y recuperar la confianza.

No sabemos cuál será el resultado de esas elecciones.

Pero sea cual sea, sí sabemos que hay una cosa que no podemos dejar de exigir: respeto al orden constitucional.

 

Nuestra prioridad es defender la Constitución, no liquidarla.

Durante los últimos 39 años, la Constitución, aprobada y respetada por una inmensa mayoría de los españoles, ha sido el referente de nuestra convivencia.

Quizá no sea del todo perfecta. Pero lo que hemos vivido en los últimos meses ha demostrado a quienes pretenden desacreditarla que goza de muy buena salud.

Si somos capaces de olvidar nuestras diferencias y nos concentramos en fortalecer nuestras afinidades, lograremos, como tantas veces hemos hecho, superar las dificultades y seguir mirando hacia adelante con esperanza e ilusión.

Muchas gracias